Días en los que la depresión inunda todo rincón de buen animo y te lleva a tener mal humor, cero ganas de hacer algo. En fin, a decaer en un infito agujero negro donde te rodean los pensamientos negativos, ganas de llorar, ganas de volver a ver alguien, ganas de estar con alguien, ganas de ser otra persona, ganas de no ser lo que sos.
Encima, las ganas de llorar son acompañadas por una canción que te incitan aún más ganas de largar el llanto.
Las ganas de volver a ver alguien te lleva a agarrar el celular y volver a entablar algún vínculo con la persona que te hizo daño o que decidiste no estar.
Ganas de estar con alguien y la sensación de que tus amigos no son verdad.
Querer ser otra persona y llegar a la idea de que nadie te quiere por lo que sos y de repente, te odias.
No querer ser lo que sos y mantener la impotencia interior para luego reventar en un sin fin de mentiras.
Esos momentos en lo que de verdad no sabes para que viniste al mundo y necesitas pensar que toda tu vida es un sueño y querer abrir los ojos para vivir de la manera correcta. Minutos, horas en las que agachas la cabeza y decidis no continuar. Apagas todo y te acostas a mirar el techo y derramas gotas de una lluvia de negativismo en la almohada.
Pero cuando cobras fuerzas, y miras con tus ojos rojos el espejo y decidis: vivir, ser, amar, reir. Tomas la decisión de continuar por el camino de la sonrisa plena y verdadera, por el camino del sentirse bien.
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